El evangelio comienza con la confesión cristológica del evangelista: Jesús es el
Mesías y el Hijo de Dios. Son títulos que retomarán Pedro en el centro del evangelio
y el centurión romano al final del evangelio confesando a Jesús como Hijo de Dios al
pie de la cruz. Es importante destacar otros momentos fundamentales del relato que
estructuran el conjunto del evangelio. El primero de ellos, al comienzo del evangelio, es el
bautismo de Jesús, donde una voz del cielo describe a Jesús como Hijo de Dios: "Tú eres mi
Hijo amado, en ti me complazco". Inicia esta declaración la primera parte del
evangelio donde abundan, sobre todo, milagros y exorcismos. El centro es,
pues, la actividad terapéutica de Jesús que se presenta ante los ojos de la gente como un
Mesías lleno de autoridad en sus hechos y en sus palabras.
Mesías y el Hijo de Dios. Son títulos que retomarán Pedro en el centro del evangelio
y el centurión romano al final del evangelio confesando a Jesús como Hijo de Dios al
pie de la cruz. Es importante destacar otros momentos fundamentales del relato que
estructuran el conjunto del evangelio. El primero de ellos, al comienzo del evangelio, es el
bautismo de Jesús, donde una voz del cielo describe a Jesús como Hijo de Dios: "Tú eres mi
Hijo amado, en ti me complazco". Inicia esta declaración la primera parte del
evangelio donde abundan, sobre todo, milagros y exorcismos. El centro es,
pues, la actividad terapéutica de Jesús que se presenta ante los ojos de la gente como un
Mesías lleno de autoridad en sus hechos y en sus palabras.
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